Cabecera: ‘Los siete pecados capitales’ de Peter Brueghel El Viejo
Hoy vamos a hablar de uno de los siete pecados capitales, la ira y en los tiempos en los que estamos cabe decir que hay mucha.
Cuando hablamos de los pecados capitales, nos solemos acordar de aquellos que realmente consideramos como un pecado: Pecar por comer aquella galleta de más, actuar con soberbia en una situación, la lujuria de tomarte ciertos caprichitos de dudosa ética, sucumbir a la pereza de hacer algo, ser avaricioso y quedarte más de lo que deberías y envidiar tu situación (o la de otros). Siempre nos olvidamos de la ira y todas sus variantes.
Si te fijas detenidamente en todas las sensaciones y emociones que desencadenan la ira, en algunas es posible que te sientas identificado en tu día a día. La ira puede terminar (o tener origen) en el miedo, el asco y la tristeza. Así que párate un momento y pregúntate como te sientes ahora mismo ¿Y tu entorno?
El precio de la luz, el gas y el petróleo por las nubes, las dificultades para llegar a fin de mes, los fake news, la indignación global con el sistema que nos gobierna, las mentiras, los problemas que acarreamos cada uno (léase enlaces rotos con nuestros progenitores) y un largo etcétera. ¿No da para estar cabreado?, ¡pues si!
En algunas de las personas de mi alrededor, veo como las putaditas de la vida les va amargando la vida y van paseando por los casilleros de la ira.
Globalmente, los irados se conectan a Internet y se comunican e informan a través de las redes sociales. Ahí son presa fácil para cualquier tipo de manipulación y esto, los que saben gobernar a la gente lo saben. Recomiendo leer el libro «El enemigo conoce el sistema» de Marta Peirano.
No paramos de ver el cabreo de la gente en los movimientos pro/anti-vacunas, los anti-5G, los que defienden que nos rocían con productos químicos para atontarnos y ponernos enfermos (chemtrails), los que creen que hay un plan de dominación mundial (QAnon, masones, illuminati, Al-Qaeda/ISIS, etc.), los que creen que en nada se termina el mundo (que la sociedad es un rebaño, los primitivistas, los preppers, etc), los terraplanistas o incluso los negacionistas del clítoris (El clítoris es un mito para vender juguetes sexuales). Todo lo que tienen en común estos grupos es que se mueven por la ira, el miedo, el asco y la tristeza. Un problema que tienen es, lo que escuché el otro día en una entrevista en el documental «No puedes fiarte de nadie«, «cuando la gente investiga por si sola por internet, termina interpretando la información a su manera, normalmente de forma sesgada y sin criterio.
Algunos de estos movimientos, con el paso de los meses, pierden fuerza y quedan en el olvido. Otros son destapados como intrincadas redes de manipulación instigadas por gobiernos, empresas y/o instituciones internacionales. El escándalo de Cambridge Analytica, el engaño de Al-Qaeda/ISIS, la guerra comercial de EEUU contra China con el 5G, QAnon (Cómo descubrimos quién estaba detrás de QAnon, QAnon: por qué sus seguidores se quedaron desorientados tras la salida de Donald Trump del poder), etc. o las que estamos viviendo ahora mismo, con lo de Ucrania y Rusia, donde es imposible distinguir los buenos de los malos (spoiler, todos son malos, y EEUU más, y deseo que tras esta nos dejen un poco más tranquilos), para este tema recomiendo el documental «Winter on fire» que cuenta como empezó todo el rollo de Ucrania.
Cabe decir que hay otros movimientos que han sido desencadenados por algo muy concreto y simplemente hay un flagrante silencio institucional, como los CIE, los «George Floyd» (racismo institucional), los denunciantes de corrupción, las filtraciones de Snowden, wikileaks, anonymous, etc., tráfico de personas, ecologismo, las guerras entre los países, etc. todos estos movimientos son documentados por medios de comunicación comunitarios (o de tercer sector), lo que queda de aquella emisora de radio local con aquel locutor ilustrado que bajo la luz de una lámpara de arquitecto, contaba todo con pelos y señales. Todas estas cosas que los mass media no quieren ni entrar.
Después de tanta geo-política, centrémonos un poco. ¿Qué hacemos con toda esta ira? Pues quien no sabe como gestionarla, destruirle a uno mismo y a su entorno, y es que hay gente que termina muy jodida con estas cosas, quemas de torres de telefonía, asalto al capitolio en 2021, los platos rotos del ISIS (documental: El retorn: La vida després de l’ISIS), etc.
Mi recomendación para evitar caer en todo esto es, lee todo: no te quedes en los titulares; contrasta: busca en distintas fuentes que ofrezcan varios puntos de vista, busca la fuente original; cuestiónate: ¿estoy siendo manipulado?, ¿qué me aporta todo esto?
Otra cosa que tenemos que preguntarnos es como gestionamos toda esta ira, ¿sucumbimos a ella, somos incoherentes, nos hace bailar de un lado a otro?, o ¿la soltamos de alguna forma? En mi caso, la suelto documentándome más y más y preguntándome ¿puedo hacer algo yo desde donde estoy? Si la respuesta es sí, actúo; si la respuesta es no, trato de blindarme como pueda de aquello y a otra cosa mariposa, mi energía es limitada y tengo que ser muy coherente a qué la destino. Cuando la ira se convierte en frustración me sablo con un cojín, salgo a pasear, me cague en todo o lo que sea para que esto no se quede en las células de mi cuerpo.
La ira puede ser legítima, pero no dejes que te lleve a rincones oscuros de tu alma; busca aquello que te hace sentir bien, busca el sentido a tu vida respetándote a ti y a los demás que se encuentran en tu entorno (si alguien no opina como tú, respeta si quieres ser respetado); aléjate del miedo y de las energías densas del bajo astral; ilumina tu sol.
Que importante leer sobre esto. Es que llevo horas leyendo noticias y más noticias como parte de mi trabajo y es bueno frenar para reflexionar, mirar un poco al interior de una misma, escucharse. Cuando leía tristeza, miedo, asco, ira, me surgió de forma insistente una palabra, un estado, un concepto: impotencia. ¿Como no sentir ira o miedo o asco o tristeza al enfrentarse a la realidad ? Hay muchas realidades, así que diré «algunas realidades». Es que además de todos esos sentimientos o estados que mencionas detecto a mi alrededor -en muchos casos – un alto grado de impotencia. Y me pregunto: ¿Si pudiésemos operar o modificar esa realidad que nos impacta mal es decir, -si no nos sintiéramos impotentes ante ella -, desaparecería la ira, el miedo o la tristeza? Supongo. Es muy probable, pero lo que tiene de jodido esa realidad externa que nos daña o nos impacta (la guerra, la inflación, etc.) es que no depende de nosotros/as modificarla. Tomo como muy válida tu propuesta de gestión de la ira. Como liberarla de manera positiva. Como anteponer filtros saludables ante ella. Hace muchísimos años, en una sesión de terapia, manifestaba mi tristeza y mi angustia ante una situación en la cual me había sentido herida por la actitud de un conocido. Mi terapeuta me dijo: «no estás triste aunque te lo parezca, en realidad tienes mucha rabia, estás enfadada, enfurecida por lo que pasó. Aprende a diferenciarlo. Reconocer la ira es fundamental». Así que bueno, este post me ha hecho pensar en este momento y recordar lo que me dijera la terapeuta. Como valoro tu post de hoy. Lo que tiene es que me ha abierto múltiples interrogantes. Gracias!!
Que importante hacer una buena gestión de la ira. Yo por ni siquiera saber que existia en mi me provoque una fibromialgia. El peso de la sábana en el dedo gordo del pie me dolia.
Cuando «descubri» que en ni había mucha ira no reconocida, y empecé a tirar del hilo y entendí todo el mecanismo en 6 meses me curé.
También muy importante lo que planteas de : puedo hacer algo lo hago, no puedo, aparco el tema.
Como decía un Maestro de la India:
«Decidir es muy fácil. Esto trae más AMOR a ti y a tu entorno, hazlo, si no no lo hagas.»
Hace años que lo aplico y mi vida se ha vuelto mucho más sencilla y vivo más feliz.