En 2005 una persona me habló de I ching y accedí por curiosidad y cierto escepticismo a lo que me iba a decir aquel juego. «El río sobre la montaña». Tras una explicación cuasi de fantasía me quedé con un «Ah! vale… si tú lo dices…». La persona que me habló de este ancestral sistema de adivinación chino no me dio mucha confianza, ya que a la que empecé a interesarme un poco por el tema noté que en realidad buscaba otra cosa. Vamos, que para mí era un viejo verde tratando de captar mi interés con algo totalmente desconocido. Lo dejé ahí.
Espontáneamente meses mas tarde, aparecían cosas como la macrobiótica, meditación y cosas raras de culturas orientales; nada me llamó la atención tanto como por meterme. Fueron pasando los años, todo aquello me chirriaba bastante junto a mi educación, que me decía que todas aquellas cosas eran magufadas. Recuerdo que estuve una época leyendo sobre varias religiones tratando de buscar los puntos en común. No indagué mucho mas…
Años más tarde, alrededor del 2010, tuve una época que me sentía vacía (muy sola también); no entendía mucho el porqué ya que estaba muy activa y en contacto con mucha gente. No sabía qué hacer con aquella sensación que me dejaba en algunos momentos sin aliento. Era una época en la que estaba experimentando con las monedas sociales y redes de intercambio. En una de estas noches que te quedas hasta las tantas de la noche tonteando por internet, decidí entrar a la red de intercambio que usaba entonces y husmear en varias secciones, finalmente terminé en la sección de «salud».
Recuerdo que mandé 3 mensajes a 3 anunciantes explicándoles lo que me pasaba. Uno ni respondió, el otro me dio una respuesta que no me atrajo y el tercero, además de ser una persona que me sonaba su nombre por haber intercambiado algún mensaje con otro tema relacionado con la informática, si me llamó la atención.
Empezamos un intercambio de correos electrónicos quilométricos en los que pude empezar a expresarme de una forma que no lo había hecho nunca. Tras varios miles de palabras intercambiadas, me pasó la primera lectura: «Juan salvador gaviota» de Richard Bach. Tras ella y comentarla, trascurrieron «Muchas vidas, muchos maestros» de Brian Weiss, «Las nueve revelaciones» de James Redfield, «El poder del aquí y el ahora» de Eckhart Tolle, «Los trabajos de Hércules» de Alice Balley, entre muchas otras. Durante aquellos meses me quedé exhorta con las lecturas; se me había despertado lo mismo que se me despertó cuando leí en el año 1999 el libro «El mundo de sofía» de Jostein Gardeer en un trabajo de Filosofía en Bachillerato. Me encontraba leyendo (a mi que me aborrecía leer) cosas que de alguna manera extraña no me eran nuevas. Estas lecturas, poco a poco, iban construyendo en mí una visión distinta de mi entorno y sobre todo de mi misma.
Con el paso de los meses, esta persona me invitó a hacer una constelación familiar; primero una individual que me permitió ver con un ejercicio donde me encontraba y qué relación tenían mis emociones conmigo (y yo con ellas), más adelante en otras grupales en la que empecé a entender que había una especie de hilos que lo conectaban todo y que los otros también tenían sus propios quilombos particulares.
Estos casi dos años, todo esto me permitió formar una relación de amistad a otro nivel en la que aprendí muchísimo!, me dio alas para seguir investigando todas estas cosas que no me habían enseñado ni en la escuela ni en casa. Conocí a la persona, sabía de su vida y vagamente lo que le había llevado a adquirir el conocimiento que me transmitió. De repente, un día las conversaciones llenas de contenido, cesaron.
Tenía sed de más, apareció Reiki; pero como mi timidez y rechazo a la hora de exponerme e ir a centros de terapias, decidí hacerlo por internet. Me estuve informando de qué iba la cosa y sobre todo el profesor que estaba escogiendo (vamos, descartando las ñoñadas). Era una fundación de Madrid, que se lo curraban para ir a hacer Reiki en hospitales y lo tenían todo muy bien estructurado y definido. Hice el curso para aprender de qué iba aquello y una vez terminado, el rollo de supergurú y frialdad que llevaba el tío que hizo el curso, me desvinculé.
Seguía con Reiki en una red social (ning), en la que hacíamos intercambio de Reiki primero cada día y después una vez a la semana. Ahí encontré la que sería mi maestra de Reiki de segundo nivel y con quien hice durante un año y pico, sesiones de Reiki una vez al mes y clases de chikung semanales. Durante una temporada genial, me sentía muy a gusto con ella, incluso con sus sesiones empecé a despertar la percepción energética. A medida que pasó el tiempo, ella cambió y yo también. De repente empecé a sentir como una sensación de lucha y competencia entre las dos, ella había empezado con un curso sobre el libro «Un curso de milagros» (le empezó a cambiar la personalidad y en lugar de interesarme por ello, lo de «un curso de milagros» empezó a tirarme para atrás que no veas). Yo estaba con conflictos con la creación de mi primera empresa y sentí que esta persona ya no me podía aportar más. Simplemente, dejé de ir; quedé con ella unos meses más tarde para ir a tomar algo y la sensación fue de rechazo. Me di cuenta de que me encontraba en otro plano y que por ahí no había tema.
Seguí con Reiki, tercer nivel y maestría. Entre los usuarios que se conectaban diariamente en la misma red social ning, estaba un hombre curioso que siempre tenía una respuesta para todo. Decidí trabajar con él y empecé a formar una relación de amistad a distancia con aquella persona que parecía ser una enciclopedia en patas con todo lo referente al mundo etérico y energético. Aprendí mucho y noté como ahí pude empezar a desarrollar y entender la percepción energética y juntar las piezas de las cosas que había aprendido con los terapeutas anteriores. Me dio tanta información, tan caótica y desorganizada que tuve que poner orden. Terminé escribiendo y publicando 20 ejemplares del libro «Técnicas y meditaciones de Reiki», en el que recogí todo lo aprendido sobre Reiki y las meditaciones que había escrito en la red social ning. En el proceso de maestría, con un aumento de la consciencia, empezaron a salir conflictos con mi hermano y él estuvo ahí, en la distancia ayudándome. Tras esta etapa, las tornas se giraron y fui yo quién lo ayudó con temas informáticos y ayudarlo con un par de personas de su entorno con unas necesidades que tenía. Cada vez que he bajado a Madrid me lo he montado para ir a verlo nisiquiera unas horas. Tras unos 3-4 años que no nos veíamos, con la reciente muerte de su madre, hemos vuelto a retomar el contacto.
A los pocos meses de la maestría de Reiki, apareció otra persona, inicialmente con un buen intercambio (ordenador por masajes chamánicos) y una curiosa relación de amistad. Los primeros meses estaba progresando adecuadamente con mis aprendizajes y conflictillos internos, hasta que uno de los proyectos en el que estaba se rompió y tuve que tomar la difícil tarea de aceptar que necesitaba hacer terapia psicológica. No sabía a quién más recurrir y lo hice con ella. Durante 2 años y pico la cosa fue muy bien, aprendí y crecí mucho; de repente, la «doble» relación que estuvimos manteniendo, entiendo que se puso en contra de las dos. Cuando ella bajaba, yo bajaba, cuando ella subía, yo subía y viceversa. Fue una temporada curiosa y con algunos momentos muy difíciles; estaba en medio de un proceso y no identificamos a tiempo ninguna de las dos que algo no estaba funcionando. Me acuerdo de alguna sesión que yo, como paciente, tenía la necesidad de ayudarla a ella y evidentemente aquello no podía funcionar (además de que no se dejaba ayudar). Primero dejé el trabajo grupal corporal con ella, después la terapia Gestalt y finalmente los masajes Chamánicos. Simplemente, lo dejamos y traté de no rehusar todo lo aprendido por haber terminado de forma raruna, al igual que hice con la maestra de segundo nivel de Reiki. Si que me quedé muy aislada de todo. El trabajo que se había hecho era intenso y profundo, fué duro como terminó. Aún con todo lo ocurrido, le tengo un profundo aprecio y respeto a esta persona.
Cuando terminé primero con la terapia grupal corporal, un día que decidí cambiar el camino habitual para ir al trabajo, me encontré con un cartel con fliers de un grupo de terapia corporal; fui a una sesión, aún sintiendome una estraña y enfermiza, me quedé. A los pocos meses con este mismo terapeuta inicié también terapia individual psico-corporal que a día de hoy aún sigo. La terapia grupal corporal al cabo de un tiempo la dejé al terminar en una sala en la que no me encontraba a gusto; expresé en su momento cuáles eran los motivos (no era él, era yo y la sala). Al cesar la actividad simplemente me puse a buscar por internet una actividad de conciencia corporal que encontré a los pocos días, me está gustando, me siento a gusto con la gente y me está siendo útil; a la profesora titular (y jefaza), mucho respeto y admiración por todo lo que voy descubriendo que hacen en su equipo; a la suplente, para cuando no puede venir la titular, miedo con la caña que mete! algunos días estoy dos días encontrándome mal (huele a cambio por aquí, ya veremos). Con el terapeuta psico-corporal, sigo con la individual y tras dejar la clase grupal la terapia individual tomó otro rumbo. Con él prefiero saber lo justo de su vida personal, lo superficial que me cuenta él y listos; mientras sepa que está bien y que tiene sus asuntos personales arreglados, me sirve (por muy egoísta que pueda parecer). Ha habido ocasiones de poder saber algo mas…, simplemente he preferido no entrar mucho en el asunto por conflictos en el pasado, es más, me pongo a la defensiva cuando ocurre.
En la etapa de la terapeuta gestalt, contacté con unas personas de una casa medicina en la que me sentía acogida y estuve teniendo contacto. Todo empezó con un viaje fuera del continente bastante removidito; pasaron los meses (algunos un poco removiditos también) y se formó algo ahí. Ha terminado siendo una relación de amistad consciente de apoyo mutuo. Cuanto aprendido aquí también con todo lo ocurrido. Muchas gracias.
Tras varios meses sin terapia Gestalt, en un momento que no podía más, la propia terapeuta Gestalt me facilitó un terapeuta que trabajaba desde la kinesiología, naturopatía, acupuntura y no sé cuantas cosas más, yo lo llamo simpáticamente «el hombre orquesta» (una eminencia para mi). Con él también estoy aprendiendo mucho y mantenemos el límite de saber lo justo de su vida personal, es más, alguna vez él ha comentado que hay según que limites que implican el cese de la terapia. Ahora entiendo perfectamente el porqué: «un terapeuta es una persona humana que ha tenido su proceso personal, cosa que le ha llevado a adquirir sus conocimientos. Con estos conocimientos ha podido ayudar a transitar el proceso de otros y gracias a ello ha adquirido un aprendizaje. Un terapeuta para poder ayudar a otros tiene que poder dar cierta confianza de que su proceso está en orden (o saber qué hacer cuando se desboca), de lo contrario transmite sus carencias al paciente».
Más o menos a la par de iniciar la sesión con el kinesiólogo, a manos de mi primer mentor, estuve casi dos años con una terapeuta que hacía terapia bioenergética con espejos e imanes. Tenía una sesión cada 6 meses aproximadamente y lo que se movía ahí era impresionante; los cambios que venían tras cada sesión eran un salto cuántico. Hasta que un día, la terapeuta no estuvo ahí para acompañarme con un pequeño yuyu que me había dado el revoltijo de energía de los imanes (mientras duraba la sesión, la terapeuta se iba a otra sala a hacer sus cosas). La situación, y lo que percibía de la terapeuta y de su casa, me tiraba demasiado atrás para seguir trabajando con ella.
Por aquellas fechas también hice un curso de márketing del cuál he hecho algún comentario en otras entradas de éste blog, fue todo on-line. Había un papá pitufo y unos enanitos repartidos en grupos de whatsapp. Con el enanito que nos tocó a nuestro grupo: ¡genial! un acompañamiento muy adecuado 🙂 tras terminado el curso poco mas contacto. Queda pendiente un encuentro.
Un último contacto que he tenido con otra terapeuta fue en verano de 2021, en el que asistí en un retiro de iniciación al chamanismo. El hecho de estar en un sitio, cuatro días sin conocer a nadie, era un retazo para mi. En el taller conocí a una mujer que nos hemos ido encontrando cada 3 meses; yo voy a verla unos días y ella lo mismo, así vamos alternando 🙂 Está pendiente iniciar una comunicación por correspondencia.
Del entorno de la terapeuta también conocí a varias personas al ir haciendo viajes chamánicos y otras actividades. Una, la vecina, pared con pared, de nuestros respectivos trabajos!. Me sentía avanzando al ver que por fín podía volver a conocer a personas nuevas e interesantes. De mientras por historias en el pasado, mantenía distancia con la terapeuta, se intentó hacer un intercambio que finalmente no se formalizó.
En un viaje chamánico grupal, hubo un par de temas que me giraron la cabeza. Justo en el momento no fuí capaz de expresar lo que pasaba (si contenerlo), así que hicimos una sesión online para ver que estaba pasando; la forma en que me sentí escuchada y acompañada (juzgando mi problema y situación de una forma, que dices… vale…), hizo que rechazase trabajar de forma individual con ella. A las pocas semanas, también cesó la terapia grupal y finalmente recibí un mensaje de su parte como que se sentía bastante rara relacionándose conmigo, porqué no deseaba compartirle nada de mi vida personal porqué me molestó el enfoque que me ofreció en la sesión online y sólo quería asistir a los talleres grupales. Al mismo tiempo que se sentía incomoda con mi presencia en las actividades que se habían hecho (todas abiertas y las no abiertas había sido invitada por otras personas). El grupo era como una «tribu»; estaba encantada de poder formar parte de un grupo de gente con quien estaba a gusto y sentía, aún con dificultad, que me iba integrando… traté de explicarle mi necesidad inicial de nuevo, punto de vista y ahí queda la cosa hasta nuevo encuentro (si es que lo hay).
De esta terapeuta aprendí que no todos los terapeutas te valen para tu proceso, hay varias formas de trabajar, una de machacarte y la otra mas de acompañamiento. A algunas personas les va mejor y prefieren una forma y a otras otra. Es simplemente observar y ver si aquello es lo que necesitas.
Con esta terapeuta me di cuenta también que buscaba tratar unos temas más en profundidad y ella no era la persona adecuada; si lo fué para abrirme al chamanismo y sacarme el miedo al contacto con gente nueva. Fué un poco coitus-interruptus al haber malinterpretado y proyectado que podría haber trabajado y aprendido muchas cosas con ella.
A las pocas semanas de dejarlo claro y cortar, apareció la persona que si me está ayudando con el tema que buscaba con esta otra persona. Con esta otra terapeuta estoy manteniendo otro tipo de relación doble que precisamente es lo que está haciendo que salgan mis dudas y dificultades y podamos trabajarlas, la relación profesional-terapeutica. Es una clienta con quién la volví a cagar. De momento parece que funciona bien, en algunos momentos me ruborizo cuando me doy cuenta de mis fallos y al mismo momento me siento muy contenta de ver que con el trabajo que estamos haciendo estoy haciendo mejoras muy interesantes. Estamos usando PNL y noséquemas para el proceso presente que espero no se eternize.
Pues bueno, con todo lo explicado, tenemos que saber que un terapeuta es una persona a quien le contratas un servicio; este servicio es el de acompañarte en el proceso de autoconocimiento y despertar de la conciencia, además de ayudarte a que tomes las mejores decisiones por ti mismo (un terapeuta que te dice lo que tienes que hacer, considero que no es un buen terapeuta), es posible que en algún momento si necesites una opinión distinta a la tuya, puedas preguntar «¿Qué harías tu?» pero la decisión final, la tomas tu. Si de repente ves que desaparece el feeling con el terapeuta, no te pelees con ello y simplemente pregúntate si este terapeuta te ha ofrecido lo que podías necesitar.
Un terapeuta no deja de ser otra persona humana, normalmente muy sensible, que también tiene su proceso y problemas personales. Que su misión y profesión es la de ayudar a otras personas a transitar sus procesos (no transitarlos por ellas).
Un terapeuta, al igual que cualquier otra persona, es importante que vaya también a terapia y tenga a otros profesionales y entorno que lo apoye en su día a día. Un terapeuta suele tener los mismos problemas que el común de los humanos.
Es recomendable que mientras dure una relación terapeutica, esta sea unidireccional; que quede muy claro quién está ayudando a quien. De lo contrario estamos hablando de otro tipo de relación como la de amistad, donde está el apoyo mutuo. El apoyo mutuo en terapia puede estar, pero es recomendable que el paciente no entre mucho en el estado del terapeuta y si esto ocurre que sea para empatizar o trabajar concretamente algo. Se debe estar muy atento de si se da algo mas y si es necesario trabajarlo a tiempo, por bien y crecimiento de los dos.
Tu, como paciente, responsable de ti mismo y de tu economía, te recomiendo que no vayas saltando de terapeuta en terapeuta porque no te funciona. Es importante tener en cuenta que con un terapeuta trabajarás unas cosas y con otro otras. Cuando te das cuenta que serías tu quien daría consejos al terapeuta, algo debe cambiar. Hay que tener en cuenta también una cosa que se detalla en el libro «¿Qué dice usted después de decir hola?» de Eric Berne, de no convertirte en un «paciente experto». Es normal que a medida que vayas pasando por terapias, tus conocimientos y tu autoconocimiento aumente; es en este momento en el que debes afinar y centrar tu intuición a temas cada vez más concretos. Es posible que te propongan hacer cosas que en el pasado no te habían funcionado; en estos momentos te recomiendo abrazar tu humildad y confiar en el proceso, si no funciona ya lo sabrás y significa que debes seguir creando.
Un secreto, la solución a tus problemas no está fuera, está dentro de ti.
Que artículo tan interesante, ciertamente el terapeuta es un neurótic@ que ayuda a otr@ neurótic@, que en algún momento, y después del camino recorrido quiere devolver aquello que ha recibido. Y nunca está exento de caer en sus neuras, demonios, sombras. En realidad debe seguir avanzando para poder estar limpio cuando acompaña. Totalmente de acuerdo en que cuando un terapeuta ya no te sirve lo dejes y sigas sola o busques a alguien más.
Me pregunto si la autora del artículo está lista para acompañar a otr@s 🙂
Gracias por tu comentario, estoy de acuerdo contigo de la voluntad de compartir lo aprendido y acompañado.
Respeto lo último, la autora se ha hecho la misma pregunta varias veces; es humilde y sabe que su oficio es otro. A la autora le queda mucho para aprender aún y no le recomiendo a nadie ponerse en mis manos, ¡aún quedaría más loc@! Quizá con el paso de los años se de algún cambio; de momento solo soy «un informático» un poco consciente, algunas personas lo han expresado y notado con sorpresa y gratitud.
Estoy tan de acuerdo contigo!! Así como para cada estación del año utilizamos ropas diferentes (las que necesitamos) esto vale y muchisimo para todas las etapas vitales que vamos atravesando. Seguramente encontremos cantidad de ejemplos similares a este de las diferentes estaciones del año. Y todo va en esa dirección. Las respuestas que buscas las encontrarás en ti, las irás descubriendo muchas veces con la ayuda o el trabajo conjunto junto a una o varias personas. Y esos caminos no son eternos, tienen etapas y quienes caminan junto a ti no siempre serán los mismos/as. Es más: seguramente serán personas diferentes. Cuando se comienza un proceso terapéutico o de aprendizaje es importante saber que tendrá su tiempo. Y mas importante aún darse cuenta y asumir cuando ha llegado el tiempo de terminar ese proceso. Nuestras propias neurosis o quizá otro tipo de motivos (todos relacionados con lo aprendido en el entorno afectivo familiar nuclear) hacen que nos cueste dar por terminada un proceso de terapia. En la mayoría de los casos revivimos emociones de las separaciones o duelos de nuestra vida. Cuestan esos cortes porque los asociamos con otros cortes pasados. Seguramente haya terapias que recrean esas vivencias y vínculos primarios. No las critico, simplemente no me gustan, no me sirven. Prefiero esas terapias puntuales, pragmáticas, afectivas y que brindan contención profesional y humana. Acompañar sin mezclarse. Livianas. Concretas. Son esas terapias -si están bien llevadas- las que permiten evaluar la utilidad de continuar o no en base al cumplimiento de objetivos. Mi experiencia personal me indica que son las que más beneficios y gratificaciones me han proporcionado. Como paciente y como terapeuta. Me ha resultado hiper interesante tu post. Un relato que deseo que lea mucha gente. Te felicito!
Esa es mi experiencia también. Un terapeuta puede ser muy bueno en un tema y muy inutil en otro. Y además le puede funcionar a uno y a otro no. Que a uno le haya funcionado no significa que ha ti te funcione o al revés.
Pero si es clave que el terapeuta también se trabaje a si mismo, si no no solo va a ayudar muy poco si no que te va a liar más.
También hay técnicas muy buenas que en manos de un inútil pueden hacer más mal que bien, y una técnica mediocre puede hacer milagros según quien la haga.
Por tanto escoge el terapeuta que sientas que de verdad está presente. Que aunque viva de eso, disfruta lo que hace. Que aunque tenga un punto de neurótico, sea lo suficiente centrado y estable para poder estar totalmente dedicado a ti en tu teràpia.
Y hablando de la autora del articulo, es «muy tozuda» 🤣🤣🤣 pero se lo curra de verdad. Y está haciendo un camino hacia ella misma muy bonito de seguir. Felicidades por el artículo y por tu proceso.
Bueno, interesante artículo.
Los terapeutas son parte simplemente de un sistema de terapias. Está la terapia shock que es la que me gusta por que va directa al nervio, la terapia flan que se tambalea, todos quieren comérselas pero cansa. Está la terapia del palo que sólo recibes y aparte sales a deber, esta la terapia NYPD que todo te hace sospechar y podría seguir así…
La verdad es que hay terapias para todo y terapeutas como setas, algunos alucinógenos y otros como los champiñones. La verdad es que cada quien encuentra la horma de su zapato y en el caso de las terapias ya de por sí buscar uno bueno es una terapia. 🙂