Los ladrillos, lo que ocurre entre medio

En un curso al que asistí hace un tiempo hacían la analogía de comparar tu proyecto con el de una pared de ladrillos. Para llegar a construirla es necesario colocar cuidadosamente cada uno de los ladrillos, unirlos con mortero y avanzar con constancia para llegar a cumplir el objetivo. Mientras construyes la pared te puedes encontrar varios elementos, desde la experiencia, los materiales, incluso a las inclemencias metereológicas (el entorno).

Tras un par de semanas de silencio radiofónico, me encantaría ofrecer una entrada del tipo «¡olé!, ¡soy la puta ama!, ¡lo he conseguido! ¡Aquí tenéis mi pedazo de pared!»; vivo en el mundo real, no he nacido con una flor en el culo, me queda mucho por aprender, y el mensaje que debo transmitir es similar al de la sensación agridulce de los boletos de «sigue rascando».

Hace unas semanas publicaba el artículo Los jodidos y divinos ataques a la autoestima: El mercado laboral en el que relataba mi experiencia como profesional autónomo en búsqueda de «más» trabajo y mi casuística personal.
El texto que publiqué en las redes sociales y sistemas de mensajería instantánea, con un alcance de unas 1.500 visualizaciones en 24h, tuvo sus frutos a las pocas horas. De nuevo hacer las cosas de otra forma, ¡funcionó!. Al principio llegaron varias ofertas, estas me hicieron ver, que si, que había empresas y otros profesionales interesados en mis habilidades. El detalle de estas primeras oferta fue que no tuvieron muy en cuenta uno de los requerimientos que definía, el de una jornada parcial con un motivo justificado, el de compaginar el nuevo proyecto con mi actual proyecto (nada nuevo). Me di cuenta del cabreo al ver que muchas personas no escuchan ni leen detenidamente (como a mí también me suele pasar). Los caguendios y otros vocablos de por el estilo empezaron a inundar mi boca y cabeza, de mientras mi cuerpo me llamaba a la calma, a tener paciencia y perseverancia, a poner el foco en lo aprendido hasta el momento y no precipitarme.

Los días pasaron y cayeron un par de ofertas más (una de ellas «doble»); esta vez me llené de satisfacción al ver que si se tenía en cuenta y se respetaba el requerimiento de jornada parcial. El alivio fue instantáneo, aunque como en todo había sus «pero». Decidí estudiar las ofertas, vencer el miedo y lanzarme a decir que sí aunque no cumpliese con la totalidad los requerimientos técnicos confiando en mi experiencia previa, capacidad de adquirir nuevos conocimientos y mi insistencia. En lugar de un intercambio de cromos, el terreno de juego era el de un juego de cartas. Se convirtió en algo más interesante, ¿cómo juego las cartas que tengo para avanzar con la partida?.

La cuestión: me llegaron finalmente un total de 3 ofertas viables con un denominador común. 1º Posibilidad de jornada parcial, 2º 100% remoto y 3º unos requerimientos técnicos. Los dos primeros puntos, ¡bien!, el tercero… asteriscos.

El primer asterisco, era el de que otro informático había dejado el trabajo a medias y el cliente había estado buscando otro informático para cubrir la vacante hasta el momento sin éxito.

El segundo, la viabilidad técnica: algunas cosas tenía amplia experiencia, en otras podía adquirir fácilmente la experiencia y en otras, la complejidad del pufo que había dejado el anterior informático, era un caos y parcialmente inviable.

Sin entrar en mucho detalle y en modo de resumen, en el primer trabajo, rehusé y dejé la puerta abierta a otros proyectos; en los dos últimos, donde el informático «fugado» es el mismo, sigo danzando.
En uno de los dos planteé de hacer el estudio de forma remunerada durante un mes pactando unas horas y un precio de antemano (tras una buenísima carta de presentación en la primera entrevista en la que solucioné un problema en poco tiempo). Tras el estudio la viabilidad técnica tal como está la cosa es parcialmente inviable y he realizado una propuesta sensata para la continuidad. System Waiting….
En el otro aún sigo esperando mantener una reunión inicial tras varios intentos fallidos de encuentro. De mientras mis sensaciones, pensamientos y dudas sobre la contratación del mantenimiento y servicio van alternando de un lado a otro como el principio de un péndulo.
Nota: el «fugado» en realidad está ingresado por enfermedad mental aguda. Todo mi respeto y aviso a navegantes de que con la salud mental no se juega.

En estos momentos en el que estás esperando una respuesta, es cuando debes tratar de mantener la cabeza fría, confiar en que has transmitido e interpretado de manera adecuada la situación y necesidades de ambas partes y de que hecho tu trabajo según tu experiencia, capacidades y subsanación de errores (control 1). Se tiene que evitar de caer en el error de caer en los «sueños húmedos» (pensamientos repetitivos) de desvalorización, de tratar de controlar (control 2) la respuesta que te va a dar el cliente.
Hay cosas que si podemos controlar, otras no. El control 1 es sano, el control 2 es destructivo. Hay que aprender a distinguir cuando se trata de uno u otro. Nada de control, malo. Control absoluto, también malo.

De momento no hay otra de seguir analizando y rebanarse los sesos para buscar otras formas de llegar a aquellas personas que requieren de tus servicios. Como dice el dicho y me repiten algunas personas cercanas, «quien la sigue la consigue». Mientras no llega la ocasión de añadir ladrillos de oro, toca seguir aprendiendo y mejorando; para mí, es la mejor solución para apaciguar estas esperas que se hacen interminables.

Como apunte final, una cosa que he aprendido esta semana: Cuando aparece el conflicto, en lugar de preguntarse «¿por qué?», se debe preguntar «¿para qué?». En toda conducta que consideramos inadecuada, o que no nos sirve, subyace una intención positiva. La tarea es como reemplazar esta conducta, que consideramos inadecuada o que no nos sirve, manteniendo la intención positiva. La pregunta es, ¿en esto que te ocurre?, ¿piensas que hay una intención positiva?, ¿algo que te sirve?.

4 comentarios

  1. Que interesante todo (si, todo) lo que cuentas. Y con eso de las conductas inadecuadas recuerdo a un hombre que fumaba muchísimo y los médicos ya le habían dado un ultimátum: o dejaba de fumar o su expectativa de vida seria muy limitada en cantidad de años y por sobre todo calidad. Y Hugo, que realmente tenía una fuerte adicción, deambulaba por grupos, médicos y programas sin resultado. Hasta que un día al preguntarle alguien: ¿para qué fumas? El dijo de sopetón: Para sentirme seguro, coño!
    No hubo que indagar mucho para conocer aspectos de su historia que marcaban momentos, todos relacionados con su padre que fumaba muchísimo. Y ese padre falleció joven. Con con la muerte prematura de ese padre (no por el cigarrillo sino por un accidente laboral) este adolescente entendió que la única que le quedaba era «hacer de padre» para llevar adelante la familia a sus 17 años. Y no sabemos por qué, eso es algo que depende de cada uno, Hugo armó ese esquema de seguridad paterna, esa imagen aferrándose al cigarrillo. Era simbólico, pero con el tiempo se transformó en una adicción que lo estaba matando. El ¿para qué? Y que Hugo pudiera responder con tal claridad lo ayudó mucho. No podría decir «le salvó la vida» porque nunca más supe de él, pero sí se que pudo dejar de fumar en esa época. Disculpas si me extendí pero tu post me ha disparado ese recuerdo. Gracias!

    1. No se requieren las disculpas, más lo contrario, me encanta leer vuestros comentarios como a vosotros leer los artículos. ¡Interesante historia!, complementa de forma magistral el último párrafo (¿de quién lo habré sacado? :P) ¡muchas gracias! <3

  2. Pego un comentario realizado fuera del blog:

    Hola Alquimia! Me llamo Sara y me ha encantado tu escrito por varias razones:
    1: Adoro a la gente que se expresa y comparte desde todo su ser (mecagoendios incluidos), me parece una forma muy sana de dar a entender que movidas tenemos todos y la iluminación es un trabajo constate de aceptación de todo lo que somos.
    2: Me ha encantado tu visión de control, me dedico también a la terapia bioenergética y transpersonal y para mí, también es fundamental dejar claro cuándo se puede usar una herramienta mental y cuándo hay que saber separarla del propósito.
    3: Fanática total de la alquimia, el buscar el para qué y no el porqué. Sí no tienes club de fans, abro la veda.
    4: Ha llegado justo en el momento que lo necesitaba, por ello… gracias.
    Claro que sí joder!!! La sanación no es un camino de rosas! Basta de Mr wonderfull, a las cosas hay que llamarlas por su nombre… coño ya!

  3. Gracias por compartir «a corazón abierto»… He leído , y releído… Varias veces.

    Toda experiencia nos trae algo… Que nos nutre, creo. Danzar con la vida… «tanto ‘ si pega como si besa’ «?

    A ver si me aplico mi propia medicina.

    Una abraçada

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